Los Juegos Panamericanos han comenzado, y a solo horas de la ceremonia de inauguración, la atención se centra en la gimnasia artística, que dará inicio este sábado 22 de octubre en el Centro de Deportes Colectivos del Parque Estadio Nacional.
El escenario destinado a la competencia de gimnasia tiene una capacidad aproximada de 2,900 espectadores, sin embargo, esto ha generado descontento entre numerosos fanáticos que se han quedado fuera, incapaces de presenciar las emocionantes finales tanto de la general individual GAM (Gimnasia Artística Masculina) como de GAF (Gimnasia Artística Femenina), así como las competencias por aparatos.
Las críticas no se han hecho esperar, y la insatisfacción es evidente. Pocos minutos después de abrirse la venta de entradas al público, lamentablemente, se agotan rápidamente, dejando descontentos tanto a fanáticos locales como a visitantes extranjeros que habían llegado con la esperanza de disfrutar de este destacado evento deportivo.
La pregunta que resuena es: ¿Se subestimó realmente el interés que suscitaría la gimnasia artística? Esta disciplina ha cobrado una relevancia sin precedentes, especialmente con la llegada del poderoso equipo brasileño, que recientemente conquistó la medalla de plata por equipos en el ámbito mundial. La presencia de una de sus principales estrellas, Rebeca Andrade, ha avivado aún más la pasión por este deporte.
Las quejas y el descontento se hacen sentir incluso entre las familias de gimnastas que compiten en los Juegos, quienes lamentablemente se ven obligadas a seguir las actuaciones desde los diversos «fansfest» ubicados en la ciudad anfitriona.
La lección aquí es clara: la gimnasia artística no solo ha capturado la atención del público, sino que ha demostrado ser un imán para fanáticos tanto locales como internacionales. La demanda abrumadora de entradas y el descontento palpable subrayan la necesidad de considerar con mayor seriedad la infraestructura y logística en futuros eventos deportivos de esta magnitud.
