viernes, abril 19, 2024

Ray Zapata: "A Shirai no hay por dónde, pero lucho para ganarle"

rayderley-zapata-final-suelo-los-mundiales-gimnasia-artistica-glasgow-1446306087461Rayderley Zapata, candidato a ganar una medalla olímpica en suelo en los próximos Juegos de Río, trabaja para introducir en su ejercicio «la mayor dificultad» posible, pero solo si el riesgo le sale «a cuenta»; en caso contrario, prefiere asegurar y no arriesgarse a perder un podio que ve al alcance.
Nacido en Santo Domingo hace 23 años, Zapata llegó a la alta competición muy tarde, a los 17, gracias al apoyo que le prestó un triple medallista olímpico, Gervasio Deferr. Desde entonces, su progresión fue constante hasta la medalla de bronce que ganó en los Mundiales de 2015.
Será uno de los dos únicos representantes españoles de gimnasia artística masculina en los Juegos, donde sabe que volverá a vérselas con su gran rival, el japonés Kenzo Shirai, campeón mundial de suelo. «No hay por dónde cogerle, pero lucho por intentar ganarle», dijo Zapata en una entrevista con Efe.
P. Desde que se incorporó a la selección nacional su progresión ha sido imparable. Más de lo que es habitual en el alto nivel de la gimnasia.
R. Cuando llegué de Barcelona, Fernando Siscar me acogió muy bien y me propuso formar parte del equipo español para competir a nivel internacional. Me dijo que íbamos a potenciar al máximo posible el suelo y el salto. Empezamos a trabajar, trabajar y trabajar, con un ejercicio nuevo en el suelo, mucha dificultad, muchos cambios, hasta encontrar el ejercicio perfecto que me permitiera colarme en alguna final y luchar por las medallas. Llegaron las copas de mundo, europeos, mundiales… y he ido creciendo, intentando mejorar día a día, comiéndonos la cabeza mi entrenador y yo para intentar conseguir la máxima nota posible de partida y estar entre los mejores. Así hasta el Mundial, en el que quedé tercero y conseguí el pase a los Juegos Olímpicos.
P. Siscar es un técnico con un carácter fuerte, muy exigente. ¿Cómo trabaja en el día a día con él?
R. Es un entrenador con mucho carácter, pero también sabe cuándo hay que parar y bajar el ritmo. O cuándo hay que apretar más de lo normal porque nos quedamos cortos. Sabe medir las cargas. Además, es una persona que cuando llegas cansado o desanimado, busca lo que sea para motivarte. Se apuesta contigo una cena o una simple cocacola, lo que sea, y al final has hecho el trabajo que tenías que hacer, lo has hecho bien y te has ganado tu cocacola. O sea que genial.
P. ¿Cómo es que comenzó a dedicarse de forma intensiva a la gimnasia tan tarde?
R. Llegué al CAR de Barcelona con 17 años. La verdad es que me incorporé al mundo de la competición bastante tarde. Hubo quien no confiaba en que pudiera llegar, pero hubo gente que sí apostó por mí. Gervasio Deferr y Víctor Cano supusieron mi salvación. Estaba en Lanzarote con 17 años, tenía que empezar a plantearme cosas: seguir estudiando o empezar a buscar trabajo, porque ya mis amigos trabajaban. Yo no aportaba nada a mi familia y tenía que plantearme qué iba a hacer con mi vida. En septiembre me apunté al gimnasio y le dije a mi entrenador que si en diciembre no estaba en Barcelona o en Madrid, lo dejaba. Tuve la suerte de que Gervasio se retiraba, mi club me empujó hacia él y le gusté.
P. ¿Qué ejercicio quiere presentar en los Juegos? ¿Cambiará mucho respecto al de los Mundiales?
R. El ejercicio que quiero hacer en los Juegos Olímpicos ya lo iba a hacer en los Mundiales de Glasgow. Pero la pista de suelo allí no era igual a la que entrenamos, y también vi hueco porque mucha gente había fallado, y preferí asegurar. Yo siempre arriesgo al máximo, pero esa vez aseguré mi plaza en los Juegos y mi medalla, para dejarme la piel en las olimpiadas. Quiero introducir la máxima dificultad que pueda. Quería meter un elemento que no hacía nadie en el mundo. Estamos viendo si verdaderamente nos sale a cuenta. Ahora mismo el ejercicio ha subido cuatro décimas respecto al anterior y queremos subir tres más. Estoy partiendo de 7,1, hay un salto que a veces me sale y a veces no, con él serían 7,2. Es ir décima a décima. Si haces ese ejercicio y lo haces bien, vas a ganar una medalla. Si te arriesgas preparando otro salto, igual te haces daño y no puedes, porque los Juegos están a la vuelta de la esquina.
P. En la final mundial de suelo coincidieron usted, un chileno (Tomás González) y un cubano (Manrique Larduet). Curiosa concentración de hispanos.
R. El chileno ya estaba entrenando con nosotros en Madrid. Fue muy gracioso, sentía como que no estaba solo. El cubano me decía: «Tú tienes medalla» y yo le contestaba «Tú calla, que aún no ha acabado todo el mundo y hay que esperar hasta el final». Aún faltaban dos por pasar. No le conocía mucho, pero en ese momento me ayudó bastante. Me sentí más cómodo, me evadí de la tensión. Cuando conseguí la medalla, en los vídeos se ve que me da un abrazo y que me dice «ya te lo dije».
P. Porque es muy diferente competir solo a acudir acompañado de toda la selección.
R. Es muy diferente. A mí me gustan las finales y a menudo el último en competir soy yo. Se ofrecen a quedarse conmigo, pero yo les animo a que aprovechen para salir y conocer un país nuevo. Pero normalmente me esperan y luego salimos todos. Así que compito y sé que están ahí. No es lo mismo, si fallas, que tus compañeros te digan «venga, no pasa nada, hay que tirar para adelante», a que falles y te encuentres solo y te hundas en la miseria. No es lo mismo.
P. El japonés Kohei Uchimura, campeón olímpico en Londres, seis veces campeón mundial… ¿Hay otro gimnasta de su talla?
R. Uchimura, ese tío… Los japoneses están en otro mundo. No tienen nada que ver con Estados Unidos ni con nada. Hacen algo diferente al resto del mundo. Serán los entrenamientos, la metodología, lo que sea, pero son distintos a los demás. Él es algo increíble. Le veían en los Mundiales en los entrenamientos de podio, que se caía por todos lados, y pensaba «a lo mejor está enfermo». Pero luego quedó campeón del mundo otra vez. Es una estrella, un fuera de serie. Igual que su compañero Kenzo Shirai, con el que suelo competir yo en suelo. A ese no hay por dónde cogerle, pero bueno, estamos luchando por intentar ganarle.
P. O empatarle…
R. Bueno, eso sería perfecto. No me quejaría.
P. ¿Algún cuidado especial con la alimentación ante los Juegos? Se sabe que es usted un gran aficionado al jamón.
R. ¡Hombre! ¡Con tomatito! Los gimnastas no hacemos dieta. A Néstor Abad y Rubén López les gusta prepararse su comida, con alimentos ecológicos que dicen que les ayudan. A mí, un plato de pasta bien condimentado que no me lo quite nadie. En el momento de competir intentamos no abusar de las hamburguesas, estar ligeros. Pero con las seis horas diarias de entrenamiento es fácil mantenerse en forma. EFE

Noticias relacionadas

Últimas noticias