

En una publicación reciente en X.com, el legendario entrenador de gimnasia universitaria Greg Marsden lanzó una pregunta inquietante: "¿Puede la gimnasia universitaria sobrevivir al acuerdo House vs. NCAA?" Su análisis, acompañado por una ilustración crítica del nuevo panorama económico en el deporte universitario, pone sobre la mesa una serie de desafíos sin precedentes para disciplinas como la gimnasia, tradicionalmente marginadas frente a los deportes de mayor visibilidad como el fútbol americano o el baloncesto.
El acuerdo judicial House vs. NCAA, que implica mayores beneficios económicos para los atletas como la repartición de ingresos, acuerdos NIL (nombre, imagen y semejanza) y más movilidad a través del portal de transferencias, representa un cambio de paradigma. A esto se suma el aumento del número de becas de 12 a 20, una medida que, aunque positiva en apariencia, favorece desproporcionadamente a los programas con mayores recursos.
Marsden advierte que estas transformaciones podrían poner en peligro la existencia de muchos programas pequeños o medianos, que ya enfrentan dificultades para mantenerse competitivos. “La gimnasia universitaria podría empezar a parecerse más a una liga profesional”, señala, si sólo sobreviven los programas mejor financiados.
Además, apunta a que el verdadero impacto se sentirá en el segundo año del acuerdo, cuando comiencen a evidenciarse las consecuencias: qué deportes desaparecerán, qué programas colapsarán, y cómo los directores deportivos priorizarán aún más el éxito financiero por encima de la diversidad deportiva.
La reflexión de Marsden también es una llamada de atención para que la comunidad gimnástica empiece a pensar diferente. “Nunca hemos sido una prioridad”, lamenta, mientras contempla la posibilidad de que en el futuro los deportes olímpicos universitarios necesiten ser administrados por entidades ajenas a la NCAA, como las federaciones nacionales o nuevos organismos especializados.
“El sistema no está diseñado para salvarnos. Tendremos que salvarnos nosotros mismos”, concluye Marsden. Una frase que, más que un diagnóstico, es un llamado urgente a la acción colectiva.