

“La energía no se crea ni se destruye, se transforma”. Bajo esta premisa, que define el primer principio de la termodinámica, Alba Petisco canalizó la decepción vivida en los Juegos Olímpicos de París 2024 y la convirtió en uno de los mayores logros de la gimnasia artística española: la primera medalla en la historia del país en el concurso completo de un Campeonato Europeo.
A sus 22 años, la gimnasta nacida en Sant Joan Despí conquistó la plata en el all around y el bronce en suelo en los recientes Europeos celebrados en Leipzig, Alemania. Dos preseas que llegaron tras un ciclo marcado por la frustración, la ansiedad y el trabajo silencioso.
En París, sus segundos Juegos tras Tokio 2020, Petisco soñaba con meterse en la final del all around junto a estrellas como Simone Biles y Rebeca Andrade. Pero la realidad fue otra: terminó en el puesto 36, fuera de la clasificación. “Me llegué a plantear un año sabático. Pero no era factible. Tras hablarlo conmigo misma, lo tuve claro”, reconoce. Y así comenzó un proceso de reconstrucción emocional y deportiva que encontró apoyo esencial en su psicóloga, María Fernández.
La medalla europea representa mucho más que un resultado: es el símbolo de una madurez adquirida, no solo como deportista, sino como referente. En el CAR de Madrid, donde reside desde hace siete años, Petisco ya es la más veterana del equipo nacional: “Es un orgullo y una responsabilidad”.
Con 53,265 puntos en el all around de Leipzig, su puntuación habría bastado para meterse en la final olímpica, algo que alimenta aún más su ambición. Con la mira puesta en los Mundiales de Indonesia en octubre y un objetivo claro hacia Los Ángeles 2028, Petisco no duda: “Creo que puedo llegar a conseguir una medalla olímpica”.
Desde las lágrimas tras París hasta la euforia contenida en el podio alemán, el viaje de Alba Petisco es una lección de resiliencia. Y una promesa de que lo mejor aún está por venir.
Fuente: as.com
Foto: Chema Díaz (AS)