Mundial | 1 feb 2025
Sara García, Melania Rodríguez y Adrián Soliñ
Pablo Hinójar: el legado de un maestro que transformó vidas a través de la gimnasia
18:13 |Pablo Hinójar, fallecido en octubre pasado, no solo fue un referente de la gimnasia en Galicia, sino también un mentor que marcó a sus alumnos con su dedicación, generosidad y amor por el deporte. Sus enseñanzas siguen vivas en quienes lo conocieron.
España.- La vida de Sara García, Melania Rodríguez y Adrián Soliño cambió para siempre el día que conocieron a Pablo Hinójar. Este entrenador, fallecido a finales de octubre pasado, no solo les transmitió su pasión por la gimnasia, sino que les inculcó valores y una disciplina que han decidido llevar consigo para siempre. “Me aportó unos valores y una disciplina que trataré de cumplir durante toda mi vida. Los encontré en muy poca gente”, confiesa Adrián Soliño, quien recuerda a Pablo no solo como un entrenador, sino como un amigo y mediador en los momentos más difíciles de su adolescencia.
Soliño y Sara García conocieron a Pablo en 1994, cuando ingresaron en el club Treboada. “Él tenía 20 años y yo era un canijo de siete. Me acuerdo de mi primer campeonato, cuando estábamos en el podio y me obligaron a recoger el trofeo. Que él me mandara era una pasada”, relata Adrián, emocionado al recordar cómo Pablo se convertía en un ejemplo de constancia y dedicación. “Nunca llegaba tarde. Venía siempre andando, lloviese o hiciera sol”.
Para Sara García, Pablo fue fundamental no solo como compañero en sus inicios, sino como entrenador. Fue él quien creyó en ella y en sus compañeras cuando nadie más lo hacía. Junto a Carolina Gómez y Noelia Acuña, formaron un trío de acrobática que hizo historia al llegar a la final del Campeonato del Mundo. “Él era el único que creía en nosotras junto a Isaura Hermida. Ni el seleccionador español nos daba una oportunidad”, recuerda Sara. Un momento clave fue cuando, tras una serie de lesiones, Pablo les dio una charla que cambió su mentalidad. “Nos inculcó que no podíamos tirar la toalla, que el trabajo individual serviría para el éxito colectivo”.
Melania Rodríguez también encontró en Pablo a un guía indispensable. Comenzó en la gimnasia rítmica, pero fue Pablo quien la impulsó a pasarse a la artística. “Me hizo campeona de España con nueve años, sin tener los aparatos necesarios. No teníamos un salto ni un suelo, y aún así lo logramos. Todo gracias a él”, afirma Melania, quien destaca la capacidad de Pablo para sacar lo mejor de sus alumnos incluso en las condiciones más adversas.
La dedicación de Pablo iba más allá del entrenamiento. “Era más que un padre. Solamente con levantar una ceja ya sabíamos lo que quería decir”, destaca Adrián. Sara añade que “a él le daba todo igual menos sus gimnastas, que estaban por encima de todo”. Pablo no dudaba en ayudar económicamente a quienes lo necesitaban para asistir a competiciones, enseñándoles el valor de la solidaridad y el trabajo en equipo.
A pesar de las ofertas económicas que recibió para irse de Pontevedra, Pablo siempre se mantuvo fiel a su ciudad y a su sueño de desarrollar la gimnasia en condiciones dignas. “Su sueño era crecer juntos aquí, a pesar de no tener una instalación idónea”, coinciden los tres.
Hoy, el legado de Pablo Hinójar sigue vivo en sus alumnos, muchos de los cuales se han convertido en entrenadores inspirados por su ejemplo. “Decidimos ser entrenadores por él y por la forma en que nos hizo conocer este deporte”, afirma Sara. Adrián lo resume con una frase contundente: “Él era gimnasia. Encontró su sitio adecuado en el mundo”.
Este domingo, el pabellón que lo vio llegar como un chaval de 14 años y que luego se convirtió en su segundo hogar, lo recordará con cariño y gratitud. Pablo Hinójar no solo fue un entrenador, sino un mentor, un amigo y un ejemplo de vida para quienes tuvieron el privilegio de conocerlo.