Jairo Ruiz, entrenador del gimnasta olímpico Ángel Barajas, hizo un comentario interesante en una entrevista reciente, afirmando que “la mejor asistente técnica es la mamá; se encarga del entrenamiento invisible”. Esta afirmación, aunque puede sonar informal, resalta una realidad clave en el desarrollo de atletas de alto rendimiento: el papel crucial de las familias, especialmente las madres, en el apoyo logístico y emocional que asegura el éxito de sus hijos.

El concepto de "entrenamiento invisible" abarca todas las actividades que ocurren fuera del gimnasio pero que son esenciales para el rendimiento óptimo de un deportista. Esto incluye aspectos como la alimentación, el descanso, la recuperación física y el bienestar mental, todos los cuales suelen estar bajo el cuidado de la familia, y en muchos casos, de las madres. En el caso de Barajas, su madre, Angélica María Vivas, no solo cuidaba de él en términos de apoyo emocional, sino también controlando su descanso, crioterapia y alimentación, tareas fundamentales para garantizar el rendimiento atlético óptimo. Este tipo de cuidado es clave para sostener el alto nivel de exigencia física y mental que la gimnasia de élite demanda.

Este enfoque también se enmarca dentro del concepto de "trabajo no remunerado", donde el esfuerzo de las madres en el cuidado de los atletas no recibe el reconocimiento económico ni social que merece, pero es vital para los resultados. En términos más amplios, estudios de economía feminista han demostrado cómo estas labores "invisibles" dentro del hogar son esenciales para el desarrollo y bienestar, tanto en la vida cotidiana como en contextos específicos como el deportivo.

La afirmación de Ruiz también es respaldada por otros entrenadores y atletas que reconocen el valor de un entorno de apoyo integral para alcanzar la excelencia deportiva. Los esfuerzos en el gimnasio son solo una parte del éxito, pero sin un manejo adecuado de las variables externas, como el descanso y la nutrición, el rendimiento se ve comprometido.