martes 17 de septiembre de 2024 - Edición Nº3675

Perfiles | 9 sep 2024

El neuquino de 19 años encuentra en el parkou

Valen Albornoz, el joven que convierte la ciudad en su propio lienzo con el parkour

Valen Albornoz, con solo 19 años, ha hecho del parkour una forma de vida, donde cada obstáculo es un desafío físico y mental. En las calles de Neuquén, este joven transforma lo cotidiano en su espacio de juego y superación, mientras comparte su pasión por la disciplina que le ha enseñado a ser perseverante y a controlar tanto el cuerpo como la mente.


Neuquen, Argentina.- Valen Albornoz, de 19 años y oriundo de Neuquén, se prepara meticulosamente antes de hacer parkour. Primero pasa la palma de su mano sobre la suela de su zapatilla derecha, eliminando cualquier rastro de líquido que pudiera hacerlo resbalar, y luego repite el mismo gesto con la izquierda. Si tuviera a mano Coca Cola o Pepsi, tiraría un poco al suelo y lo pisaría. “Es para que se adhiera al piso”, explica Valen mientras se alista para su próximo salto.

A seis metros de su objetivo, Valen coloca las manos en su cintura y fija la mirada al frente. Se concentra, calcula la distancia y piensa: “Hasta allá”. Respira profundamente y comienza a correr. Con pasos cortos al inicio, pronto acelera y con un impulso largo en el octavo paso, salta. El aire le golpea la cara mientras vuela los 4,10 metros que lo separan de su destino. En esos breves instantes, el tiempo parece detenerse. Repasa mentalmente la posición de su cuerpo, las piernas y los pies, hasta que, en un solo movimiento fluido, aterriza sobre un cantero. Un nuevo obstáculo superado.

El parkour es una disciplina urbana que consiste en superar obstáculos de manera eficiente y creativa. Los "traceurs", como se llaman a quienes lo practican, ven las ciudades y sus elementos cotidianos—veredas, estatuas, escaleras—como un lienzo en blanco sobre el que trazan sus movimientos. "Nosotros somos el pincel", dice Valen, describiendo cómo el parkour transforma su perspectiva del entorno.

Su interés por el parkour comenzó a los 4 años, cuando vio videos en YouTube y le dijo a su madre: “Esto quiero hacer”. Tras encontrar un profesor que ya practicaba en el Parque Central de Neuquén, Valen empezó poco a poco, superando pequeños obstáculos hasta dominar saltos acrobáticos como el front flip y el back flip. Con el tiempo, su forma de ver la ciudad cambió; cada banco, escalinata o rincón se convirtió en un nuevo desafío para saltar y explorar.

“El parkour es una disciplina de auto superación”, comenta Valen. "Se trata de superar tanto obstáculos físicos como mentales". Mientras salta y practica, su enfoque se vuelve completamente mental. "Algunos piensan que el parkour es peligroso, pero lo que lo hace peligroso es la impaciencia o no pensar antes de actuar".

Con la experiencia, Valen ha aprendido a ser precavido. "Al principio sufrí dos fracturas, una en la tibia y otra en la clavícula", recuerda, señalando sus cicatrices. Con esas lecciones en mente, se tatuó la frase "ser y durar" en su brazo izquierdo, un recordatorio para mantenerse calmado y ser consciente de sus límites.

Además de estudiar profesorado de Educación Física en Cipolletti, Valen da clases de parkour. Aunque no lo esperaba, las enseñanzas de esta disciplina lo han ayudado a enfrentar otros desafíos en su vida, como adaptarse al ritmo de la universidad. “Al principio me abrumaba, pero pensé: ‘Vamos por partes, un obstáculo a la vez, igual que en el parkour’”.

Ahora Valen se dispone a realizar un "salto de gato", apoyando sus brazos en el borde de un cantero para pasar sus piernas por el medio. Las personas que lo ven desde la vereda no pueden evitar admirar su destreza. “¡Guau!”, exclaman tres chicas mientras pasan y celebran su acrobacia.

Para Valen, el parkour es más que una disciplina física; es un refugio personal. “Cuando estoy estresado o confundido, respiro, salto, y todo se detiene por un momento. Al llegar al otro lado, me siento liberado”.

Con una nueva dosis de energía, toma impulso, salta y realiza un giro de 360 grados en el aire, aterrizando con gracia. En medio de las sonrisas y las palmas, Valen demuestra que, para él, el parkour no es solo un deporte, sino una forma de vivir.

"¡Adiós chicos!", saluda una vecina que, al parecer, también ha quedado cautivada por esta disciplina.

Fuente: https://www.rionegro.com.ar

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